La supermujer se extingue
Este es el título de un reportaje del diario El País sobre el trabajo no remunerado y el nuevo papel de las mujeres en nuestras sociedades.
Para empezar, el título que en otra circunstancia podría parecer alarmante, supone para las mujeres una autentica liberación. Ya sabemos que desde el punto de vista social implica un replanteamiento de la organización y la necesidad de cubrir los servicios que antes hacía “el ama de casa”.
Pero supone también el acceso a la individualidad de las mujeres, la capacidad de ser ellas mismas, de poder pensar en ellas mismas, de disponer y por lo tanto de poder disfrutar de su tiempo libre y más cuando llega la edad de la jubilación.
Claro que no hablamos de un trabajo forzado, las mujeres lo hacemos porque “queremos”, lo que no se dice es que no hay otra alternativa.
Y aquí es donde está el gran reto del nuestra sociedad, construir una red social pública tan potente y eficiente como las redes que a través de generaciones las mujeres han ido construyendo en el ámbito privado, para poder salir adelante.
Las mujeres del siglo XXI queremos ser mujeres no supermujeres, queremos autonomía, trabajo remunerado y tiempo libre, como corresponde a las cotas de bienestar alcanzadas en nuestras sociedades. El modelo anterior está agotado y obsoleto porque pasa por la anulación (pública) de la mitad de la población.
Debemos repensar las relaciones entre los sexos, debemos repensar la estructura laboral, debemos caminar hacia una sociedad más conciliadora, más responsable con sus ciudadanos y sobre todo con sus ciudadanas.
En esta línea se sitúan las leyes de Igualdad y de la Autonomía Personal recientemente aprobadas por el Gobierno socialista y que van a necesitar del esfuerzo y apoyo de todas y todos para su implementación, pero que van a suponer una auténtica revolución en nuestras sociedades.
Dicen los informes que no habrá otra generación de madres que cuide a abuelos, hijos y nietos, pero sí podemos afirmar que habrá una generación de mujeres dueñas al 100% de sus propias vidas.
Para empezar, el título que en otra circunstancia podría parecer alarmante, supone para las mujeres una autentica liberación. Ya sabemos que desde el punto de vista social implica un replanteamiento de la organización y la necesidad de cubrir los servicios que antes hacía “el ama de casa”.
Pero supone también el acceso a la individualidad de las mujeres, la capacidad de ser ellas mismas, de poder pensar en ellas mismas, de disponer y por lo tanto de poder disfrutar de su tiempo libre y más cuando llega la edad de la jubilación.
Claro que no hablamos de un trabajo forzado, las mujeres lo hacemos porque “queremos”, lo que no se dice es que no hay otra alternativa.
Y aquí es donde está el gran reto del nuestra sociedad, construir una red social pública tan potente y eficiente como las redes que a través de generaciones las mujeres han ido construyendo en el ámbito privado, para poder salir adelante.
Las mujeres del siglo XXI queremos ser mujeres no supermujeres, queremos autonomía, trabajo remunerado y tiempo libre, como corresponde a las cotas de bienestar alcanzadas en nuestras sociedades. El modelo anterior está agotado y obsoleto porque pasa por la anulación (pública) de la mitad de la población.
Debemos repensar las relaciones entre los sexos, debemos repensar la estructura laboral, debemos caminar hacia una sociedad más conciliadora, más responsable con sus ciudadanos y sobre todo con sus ciudadanas.
En esta línea se sitúan las leyes de Igualdad y de la Autonomía Personal recientemente aprobadas por el Gobierno socialista y que van a necesitar del esfuerzo y apoyo de todas y todos para su implementación, pero que van a suponer una auténtica revolución en nuestras sociedades.
Dicen los informes que no habrá otra generación de madres que cuide a abuelos, hijos y nietos, pero sí podemos afirmar que habrá una generación de mujeres dueñas al 100% de sus propias vidas.
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